A poco más de una hora de Madrid se encuentra Arévalo, una pequeña localidad de la provincia de Ávila, famosa en la parte gastronómica por su tostón asado o cochinillo. Con este pretexto, el de darnos un buen homenaje, nos escapamos hace unos días hasta esta preciosa villa castellano-leonesa.
Antes de entrar en detalle en la comilona, os contaremos que Arévalo es un lugar ideal para pasear por su elegante casco histórico y dejarse perder por sus calles para contemplar sus numerosas iglesias de arte mudéjar. Imprescindible también visitar su castillo, edificado a mediados del siglo XV. En su interior residió durante su infancia y juventud la princesa Isabel, futura reina de Castilla conocida como Isabel la Católica.
Tras este agradable paseo, decidimos que lo mejor era pararse en cualquiera de los bares y tabernas que habíamos visto para reponer fuerzas con un vino y una tapa. ¿Apetece verdad?
Por cierto, en la Plaza Mayor tienen un monumento al cochinillo, lo cual dice mucho del tesoro que encierra esta villa. En Arévalo hay decenas de restaurantes donde lo preparan, de manera tradicional, al horno de leña.
Nosotros elegimos Siboney, un asador que abrió sus puertas en el año 1997. Regentado por Javier Rodríguez, este restaurante se ubica en un antiguo palacete colonial. No es un asador habitual, ya que en su interior parece un museo por la cantidad de obras de arte que hay como esculturas, cuadros, espejos, lámparas ... Pero vamos a lo importante, además de ser un sitio bonito, preparan uno de los cochinillos más exquisitos de la provincia. Con la piel crujiente y la carne jugosa y tierna. ¡Una delicia!
Solamente con el tostón o el cordero y un buen vino comes, pero nosotros, antes de dar buena cuenta de la carne pedimos unos Ibéricos variados de la tierra, que estaban riquísimos y un sensacional Revuelto de setas con jamón.
Después de esta opípara comida, optamos por acercarnos hasta la villa medieval de Olmedo, a unos 20 minutos en coche de Arévalo. Al ir con niños es ideal porque allí se encuentra el Parque temático mudéjar, en cuyo interior encierra reproducciones en miniatura de edificios singulares de Castilla y León, como iglesias, ermitas, puertas o castillos como el de Coca (Segovia) que veis en la foto.
Por cierto, Olmedo es también conocida como la villa de los siete sietes porque en la antigüedad poseía siete plazas, siete iglesias, siete conventos, siete arcos o puertas de entrada, siete casas nobles, siete fuentes y siete pueblos de su alfoz (aldeas que dependían de la villa). Una localidad con muchísimo encanto que también merece ser visitada.